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lunes, 4 de marzo de 2024

Manuel M.Forega reseña "20+1. Poemas"

 

 



 

En su obra "El viaje exterior. Ensayos censores V" (Pregunta, 2021), el ensayista, crítico y poeta Manuel Martínez-Forega recoge el texto de presentación del poemario "20+1. Poemas" que, íntegro, se publica a continuación.

                                                        20 + 1 POEMASi

Ortega y Gasset titula «La aparición del otro» una de las lecciones que recoge en El hombre y la gente. En algunas cuestiones vitales soy adepto a Ortega; por ejemplo, en ésta, que aborda el problema del otro ser humano frente al Yo. Y lo aborda, en efecto, como un «problema», como un conflicto. No es la primera vez que manifiesto esta circunstancia ya clásica de las exégesis críticas literarias (que, por otra parte, proceden de Nietzsche y nadie lo dice). Me refiero a ese concepto de la «otredad», de vasta difusión entre la crítica a partir de los sesenta y cuya génesis (además de Nietzsche, repito) encuentra fundamento en el Je est un autre de Rimbaud o en el más cercano Viver è ser outro de Pessoa. Prefiero yo llamarlo esquizofrenia porque, aun siendo un término metonímico, refleja mejor lo que no sólo al escritor le sucede permanentemente en su vida; no sólo al escritor, digo, sino a cualquier individuo y cualquiera que sea su tarea en la vida.

¿Y por qué este preámbulo? Pues porque no me resisto a incluir la poesía de Miguel Ángel Yusta en ese contexto esquizoidal y porque a Yusta, como poeta que es, le afecta de manera más profunda. Tampoco me resisto a hablar de una existencia otra: la que fija la etimología como ex-ister. Y es que, en efecto, existir significa propiamente «salir», «brotar», «surgir» y no lo que la arbitrariedad terminológica quiso y pudo, a lo que parece asignar allá por los años 20 del siglo XX como el modo de ser del hombre, de manera que hoy «existir» y «existencia» designan un carácter, una forma de comportarse el hombre en la sociedad. Sin embargo, es precisamente «vivir» (que es lo contrario a existir) lo que otorga carácter verdadero al ser humano. Y ese ser humano, querámoslo o no, es siempre Yo, con mayúscula; es decir, el yo que es cada cual.

He llegado hasta aquí para advertir ahora de inmediato que muy pocos tan radicalmente Yo, muy pocos tan radicalmente vivos en ese Yo como Miguel Ángel Yusta. Estos 20 + 1 ponen de manifiesto lo que digo porque representan un mosaico (corto, bien es cierto) de su recorrido por la vida extraído de once de sus títulos monográficos. Y no sólo por la vida, sino por la realidad radical que la rodea. Frente a esta radicalidad, Yusta no opondrá un yo estático, ese que proclama Descartes en su célebre autorretrato: Moi qui ne suis qu’une chose qui pense, sino que lo hará a partir del bien fundado axioma de otro galo inteligente: Nous ne pensons jamais que ce que nous pensons cache ce que nous sommes. Este «jamás pensamos que lo que pensamos oculta lo que somos» rubricado por Valéry es lo que a la postre pone en marcha todo el mecanismo revelador del Yo para mostrarse vivo frente al Otro. Y ese Otro no es sólo nosotros, receptores del desenmascaramiento del poeta en sus versos; ese Otro es también el propio poeta que sale de sí mismo (es decir, que existe de sí mismo) y se autorretrata en sus poemas, tal cual lo evidencia en ese «Quejido ronco de tambores», una silva asonantada en la que su «figura evanescente», como larva, le hace vagar sin sentido. Es ahí, en ese espagat doloroso entre lo que se es y lo que existe (lo repito: entre lo que se vive y lo que surge de súbito, aparece, o se muestra acaso como una phantasma, como diría Juan Rufo) donde tiene lugar la tensión de un Yo en conflicto. Miguel Ángel Yusta ha querido mostrarnos en este libro unas cuantas pinceladas de su vida en sus también diversas circunstancias, pero seríamos muy ingenuos si pensáramos que esta muestra es su vida misma. No, no es así porque, a pesar de que la vida sea la causa de la movilización estética, estamos hablando de literatura o, lo que es lo mismo, de un embaimiento que trata de superar lo que precisamente el vitalismo llamaba «habitualidad», lugar donde se inscribe la vida como realidad radical del cada uno de los Yoes. Para escapar y trascender esa habitualidad Miguel ángel Yusta se va a París, a su amado París, muy amado, desde luego, por cuanto, como descriptor de su fisonomía divina y humana, le dedica tres textos iconográficos, el 15 % del total de esos casi 20 poemas de amor y una copla casi desesperada. Porque, efectivamente, otra vez huye Yusta de la habitualidad enamorándose, o haciendo que el amor transite por el más allá del más acá que es su realidad habitual. Para abandonar la habitualidad Miguel Ángel Yusta echa mano de la memoria, vuelve casi al útero adoptando la posición natural del neonato; para huir de la habitualidad recoge en frasquitos esenciales la suma de las horas vividas durante su paso por el tiempo. Vemos cómo, por ejemplo, en el poema «El Sena» este prosopopéyico río «Por la noche... parece un inmenso gusano dormido» que «gira sobre sí mismo tantas veces porque quizá no quiera marcharse de París». La acentuación simétrica del soneto «Quisiera ser el amo de tu sueño» se rinde a la armonía de los corazones enamorados con una entrega incondicional, mientras que el poema «Introito» alberga ese anhelo más que rilkeano de regreso a la infancia; diríamos mejor que alberga un deseo de incisión en el plano temporal cuyo vector es naturalmente la memoria. No es el único poema que profundiza en ese asunto central de —me atrevo a decir— toda la literatura universal; «Han pasado los días» es otro texto que trata de redimir el tiempo en la actualización recordatoria de los muertos más queridos. Por fin, sí, el escepticismo desalentador del poeta herido y restañado aparece en aquella copla que citaba y que alude a este plural indefinido, pero plural mayustático: «Dicen amor y es deseo, / dicen te quiero y es nada, / dicen demasiadas veces / palabras, sólo palabras. //»

Sostuvo siempre Ortega y Gasset que la poesía es un modo del conocimiento, o, dicho con otras palabras, que lo dicho por la poesía es verdad. Así como dije al principio estar de acuerdo con Ortega en algunas cuestiones vitales, como la del conflicto del Yo frente al Otro, no lo estoy en ésta que acabo de citar. La poesía, aunque sea un modo de conocimiento, no necesariamente es verdad; más bien aspira a la verdad y, en esta aspiración, la poesía sería verosímil; es decir: un símil de la verdad, algo parecido a la verdad. Lo dicho sirve para ese lado al que Yusta también se inclina en sus versos: el lado de la reflexión descriptiva, el lado de la absorción conceptual. Pero esto no es malo, ni mucho menos. Es, sencillamente, distinto a lo ideal sin que por ello estos caracteres estéticos dejen de ser aspirantes a una verdad modélica desde el punto de vista de la poesía como fiel reflejo de la vida. Diríamos que este otro talante se adhiere a la filosofía crítica respecto a la manifestación de un desacuerdo con la vida convencional, crítica que el poeta se ve impelido a hacer de vez en cuando para que su inexorable soledad la juzgue. Así, por ejemplo, en estos versos: «Después vendrá el silencio de lo oscuro, / se perderán caminos en la noche. / Se borrará tu huella / y yo me quedaré deshabitado. / Solo. //»

El valor a veces narrativo de Miguel Ángel Yusta radica en su dominio para la creación de atmósferas, para la definición de ámbitos; posee la seguridad de quien deja en suspenso la importancia de lo conocido para trascender por medio de sus versos este límite y alcanzar lo que ha de conocerse, lo que nos es dado conocer. Cualquier otro camino que pudiera tomarse, indicador consciente del fracaso, conduciría a la neurosis. La palabra de Yusta no es neurótica; la palabra de Yusta no es oblicua, sino que ha calculado la trascendencia de su gesto hasta hacerse cargo (porque su verbo fue primero humano) de que su prosecución poética debía señalarnos aquel límite: lo que nos es dado conocer. Nosotros, lectores, desde ese mismo momento sabemos que es así y, además de constatarlo, admiramos que así sea.

¿Y qué es lo que evidencia ese gesto? Pues lo que sucede a veces —sólo a veces—: la naturaleza se sirve de un mediador: lo elige de entre muchos con rigurosos criterios de selección para rendirle pleitesía mediante el tamiz del ser; es decir, a través de aquello que constituye la esencialidad de la mirada que se echa sobre lo que se mira y cuyo relato reúne los factores que determinan su hermosura: la emoción distintiva, la resolución diversa de una misma realidad para trascenderla, algo, en fin, que une muy íntimamente a Yusta con su poesía: la lírica que se presenta en imagen bien definida y halla marco precioso en su palabra. Leamos: «Una gota traza un suave camino, / sin contacto posible, hacia mi mano. / Mis dedos han dejado / que se convierta en luz. //» Y también: «Existe un mar sin brumas ni tinieblas, / vacío de memoria, /donde las olas cantan el olvido. //»

Es verdad que en los pocos textos de esta antología apenas puede vislumbrarse una vida atendida por la palabra y, en consecuencia, la recomendación que, como censor hoy aquí, me permito hacer es que su diversidad morfológica presenta sólo registros formales; sin embargo, difumina el carácter, el hondo arriate del que la poesía de Yusta se sirve para caminar por los corazones como lo hace la lluvia cuando se precipita en los hontanares. Disponemos con ello de un perfil grueso, pero se nos hurtan las sutilezas de los rasgos definidores de su belleza.

Toda la hermosura de la poesía de Miguel Ángel Yusta hay que conocerla a través de aquellos títulos de donde se ha extraído éste de hoy y yo, como lector de su Ayer fue sombra, de El camino de tu nombre, de Amar y callar, de Silencio y luz y otros tantos, quiero constatarlo.

Recibí de un amigo el miércoles pasado un libro de poemas titulado El arte de los sueños. Y «todo el mundo sabe —nos advertía Gérard de Nerval— que en los sueños nunca se ve el sol». «En las horas de las largas noches / durmió el poema hasta llegar la aurora», nos dice Yusta; y en otro poema, refiriéndose a sus obras incompletas, añade que «esperan algún día la luz renovadora, la magia que las toque y las despierte».

Concluiré con Antonio Machado: «Tras el vivir y el soñar, / está lo que más importa: / despertar.»

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i Texto de presentación de 20 + 1 poemas (Toledo, Lastura, 2013) de Miguel Ángel Yusta (Zaragoza, fórum de la FNAC, 21 de febrero de 2014).

martes, 23 de enero de 2024

Roma 9

  

 

 


 Corríamos felices por la Vía del Corso
por llegar al hotel y al paraíso
antes de que la noche nos cercase.
Éramos ilusión y cuerpos encendidos
y era Roma, la gran y hermosa estancia
donde nos encontramos el presente
que borraba el recuerdo de las huellas
perdidas en la tierra del olvido.
Retomaba tu piel el color de los soles,
revivía ese mar de tu mirada.
Se fundían los cuerpos y volaban las almas.
Estábamos seguros
de cambiar el destino en una noche
donde brillaban todas las estrellas.
Y encontramos al fin la solución
del teorema total de nuestras vidas

(c)Mayusta. Roma.

Heraldo de Aragón. Reseña de "Pavesas" en el suplemento "Artes y Letras" que dirige Antón Castro


miércoles, 27 de septiembre de 2023

Summa 25

Mirar tus ojos y sentirme preso

notar el frío canto de su nieve,

la penetrante herida que su leve

mirar traduce en un fatal proceso.

 

Es empresa que agota hasta el exceso

pues que tu indiferencia nada mueve

de tu ser, que apenas se conmueve

ni se apercibe de mi amor sin seso.

 

Te cierras en un círculo de lazos

donde se queda mi alma prisionera

apenas redimida de su esencia.

 

Y habito en el recuerdo de tus brazos

añorando con pena la primera

vez que abiertos marcaron mi existencia.

 

(c) Miguel Ángel Yusta. Summa 25

 

jueves, 24 de agosto de 2023

 

 
PRIMAVERAS ROBADAS
de/di Miguel Ángel Yusta
(trad. Marcela Filippi)
Primero nos dijeron que éramos pobres
porque tenía que haber ricos y pobres.
Que nos quedásemos siempre en la fila de atrás,
soportando todo con resignación para ir al cielo.
que ofreciéramos sacrificios para ser bien vistos
a los ojos del dios de ellos,
los poderosos, vencedores, guardianes de la fe.
Nunca entendimos bien tales consejos,
pero aguantamos los fríos y los miedos,
las carencias y la ropa vuelta de nuestros hermanos,
las peores butacas o los bancos corridos de los cines 
                                                                             malolientes,
la tercera clase del tren y el estribo del tranvía.
Bienaventurados los que sufren
-decían desde púlpitos y tarimas-.
Abríamos ojos y oídos para no perder ni una 
                                                                              palabra
ni un gesto, brazos cruzados sobre el pupitre o los 
                                                                                 bancos.
Silencio denso, oscuro, en las iglesias
bajo la amenazadora mirada de las imágenes
de gesto fiero o doliente y ojos extraviados.
Luego,en la cama, aquellas esculturas fantasmales
permanecían vivas en las largas noches.
Nos tapábamos la cabeza, huyendo de las pesadillas
y la amenaza de una condena al fuego eterno
si osábamos explorar nuestro sexo.
Más tarde nos dijeron qué películas debíamos ver,
con una delicada clasificacion en las puertas de la 
                                                                                    iglesia:
tres erre, mayores con reparos
y cuatro, gravemente peligrosa.
Parece ser que Dios no tenía otra misión que 
                                                           iluminar dementes
para inventar aberraciones semejantes.
Y en su nombre, que en vano utilizaban
Abortaron primaveras y cortaron ilusiones
Más tarde decidieron, afortunadamente,
que ya podíamos salir al extranjero
sin carta de llamada ni visado consular.
Cometieron el error de darnos
limosna de libertad.
Pero nosotros, la arrojamos a su cara
y logramos, al fin, vivir sin su permiso.
PRIMAVERE RUBATE
Prima ci dissero che eravamo poveri
perché dovevano esserci ricchi e poveri.
Che restassimo sempre nell'ultima fila,
sopportando tutto con rassegnazione per andare in cielo.
Che offrissimo sacrifici per essere ben visti
agli occhi del loro Dio,
i potenti, i vincitori, guardiani della fede.
Non abbiamo mai ben capito tali consigli,
ma abbiamo sopportato il freddo e le paure,
le carenze e i vestiti resi dai nostri fratelli,
le peggiori poltrone o le panche fuori posto dei cinema
                                                               maleodoranti,
la terza classe del treno e il predellino del tram.
Beati coloro che soffrono
-dicevano dai pulpiti e dai palchi.
Aprivamo occhi e orecchi per non perderne nemmeno una
                                                                            parola
né un gesto, braccia incrociate sulla scrivania o sui
                                                                       banchi.
Silenzio denso, cupo, nelle chiese
sotto lo sguardo minaccioso delle immagini
dal gesto fiero o addolorato e occhi smarriti.
Poi, al letto, quelle sculture spettrali
rimanevano in vita durante le lunghe notti.
Ci coprivamo la testa, fuggendo dagli incubi
e dalla condanna al fuoco eterno
se avessimo osato esplorare il nostro sesso.
Più tardi dissero quali film avremmo dovuto vedere,
con una delicata classificazione sulle porte della
                                                            chiesa:
tre erre, solo per adulti 
e quattro, seriamente pericoloso.
Sembrerebbe che Dio non avesse altra missione che 
                                                            illuminare dementi
per inventare simili aberrazioni.
E nel suo nome, che usavano invano,
hanno abortito primavere e spezzato illusioni
Più tardi hanno deciso, fortunatamente,
che potevamo andare all'estero
senza lettera di convocazione né visto consolare.
Hanno commesso l'errore di darci
elemosina di libertà
Ma noi, gliela abbiamo buttata in faccia
e alla fine, siamo riusciti, a vivere senza il loro permesso.
(Del libro Ayer fue sombra. Editorial Lastura)

 

lunes, 8 de mayo de 2023

Rafael Soler presenta Dos novelas de la Transición en Zaragoza.

 


Rafael Soler, (Valencia 1948) poeta y narrador, presentará en la Biblioteca de Aragón su obra  "Dos novelas de la Transición",(Ed. Contrabando 2023) reedición de "El grito"(1979) y "El corazón del lobo"(1980) con prólogo de Elvire Gómez-Vidal Bernard.  El acto será introducido por Eugenio Mateo con intervención del editor, Manuel Turégano y  presentado por Miguel Ángel Yusta. Está patrocinado por la Asociación Aragonesa de Amigos del Libro y colabora Librería Antígona. Será el 16 de mayo martes, a las 19.30.

miércoles, 22 de febrero de 2023

miércoles, 15 de febrero de 2023

martes, 6 de diciembre de 2022

Antología de poesía mínima

 

 

Una publicación de Cuadernos del Laberinto.

Información pinchando el enlace:

 

http://www.cuadernosdelaberinto.com/Prensa/breve_antologia/cub_laberintobreve.jpg

 

Autores:

Agus Arés • Alfredo Piquer • Álvaro Fierro Clavero • Álvaro Salvador • Amalia Bautista • Ana Mª Cuervo de los Santos • Andrés Carlos López Herrero • Ángel Guinda • Angélica Morales• Anita Wonham • Antonio Hernández • Antonio Perán Elvira • Antonio Portillo Casado • Arancha Martín • Arturo Amez • Aurelio Augusto da Cunha • Carlos Aganzo • Carlos Augusto Casas • Carlos d’Ors • Carlos Tejero • Carmen Díaz Margarit • Celia Puerta • Cristina Galán Rubio • Daniel Bolado • David Foronda • Diego Agúndez • Diego Alonso Cánovas • Diego Medina Poveda • Domingo Díaz Asensio • Eduardo Herrera Baullosa • Eduardo Velázquez González • Elsa López • Emilio Porta • Enrique Gallud Jardiel • Enrique Gracia Trinidad • Enrique Valle • Ester Bueno Palacios • Esther Bargach • Ezequías Blanco • Fidel Sendagorta • Francisco Domene • Francisco García Marquina • Héctor Puertas Castro • Ignacio Gómez de Liaño • Ignacio María Muñoz • Ilia Galán • Inma Pelegrín • J.M. Barbot • Jaime Alejandre • Javier Bañares • Jesús Ferrero • Jesús Urceloy • Jorge Pozo Soriano • José Félix Valdivieso • José Manuel Lucía Megías • Juan Ráez Padilla • Juana Castro • Juanma Ruiz • Julián Garvín Serrano • Julieta Pellicer • Julio Santiago • Katy Parra • Kevin Bliek Bueno • Luis Alberto de Cuenca • Luis de Garma • Luis García Arés • Manuel Francisco Reina•Manuel Gahete • Manuel Guerrero Cabrera • Margaret Saine • María Ángeles Álvarez • María Antonia García de León • María Antonia Ortega • María Rosal • María Sanz • María Torvisco • Mario de la Rosa • Mario Pérez Antolín • Marisa Calero • Matteo Barbato • Miguel Ángel Yusta • Miguel Losada • Mills Fox Edgerton • Montse Escribano Ruiz • Montserrat Cano • Oriol Alonso Cano • Óscar Martín Centeno • Paloma Serra Robles • Pedro Amorós • Pedro Enríquez • Pedro López Lara • Pedro Tenorio • Pepe Ramos • Pilar Mata Solano • Pilar Pastor • Rafael Soler • Raquel Lanseros • Rocío Scharfhausen • Silvia Gallego Serrano • Trinidad Romero


Laberinto breve de la imaginación. ANTOLOGÍA DE LITERATURA MÍNIMA. 100 AUTORES antologados por Enrique Gracia Trinidad y Alicia Arés
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Entrevista a la editora de poesía, Alicia Arés,
sobre la antología Laberinto breve de la imaginación (enero, 2022)
Radio Naufragio. Programa La voz a ti debida




© Editorial CUADERNOS DEL LABERINTO • C/ Padilla, 29, 2ºF. 28006 Madrid. España• Teléfono: (+34) 91 309 31 17 • email: editorial@cuadernosdelaberinto.com

 

lunes, 28 de noviembre de 2022

 

 

 
 
Paseo lentamente por el Lido
una tarde guardada en la memoria.
Las horas sosegadas
retrasan su camino hacia la noche.
Se apaciguan los pasos.
Revive el Adagietto de Mahler en el alma
fundido con la luz y aquella espuma
inatrapable y suave de las olas.
Es tanta la belleza que mis lágrimas,
al ocaso, se funden con el mar.
 
 
*M.A.Yusta. Reflejos en un espejo roto. 2019
 

 
Tu nombre será, amor,
la postrera palabra de mis labios.
 
Mayusta.
(Imagen: Claude Monet. Crépusculo en Venecia)

 

viernes, 4 de noviembre de 2022

Es tiempo todavía. De POSTLUDIO (trad. Marcela Filippi)

 

ES TIEMPO TODAVÍA

Es tiempo de contarse los hijos y las canas,
recordar los aullidos de los perros
en solitarias noches de vigilia
y saber que hoy no estamos como entonces.
 
Es tiempo todavía de amar sin condiciones,
de abrazar al amigo,
de decir muchas veces un te quiero
a quien mañana puede estar ausente.
 
Es tiempo de sonrisas en los ojos
húmedos todavía por las lágrimas
que las largas ausencias acopiaron
en días de silencio y soledad.
 
Es tiempo, ya os digo,
de abrir las puertas a la primavera
y, emocionados, sujetar los brazos
cerca del corazón.
 
Es todavía tiempo, por fortuna,
de cielos y de soles y certezas.
De abrazos vivos aun en la distancia
que pregonen que nos necesitamos.
 
Es tiempo, por fortuna.
Quien lo sufrió lo sabe.
 
- - - - - - - - - - - - - -
È ANCORA TEMPO
 
È tempo di contare i figli e i capelli bianchi,
ricordare gli ululati dei cani
nelle solitarie notti di veglia
e sapere che oggi non siamo come allora.
 
È ancora tempo di amare senza condizioni,
di abbracciare l'amico,
di dire tante volte un ti voglio bene
a chi potrebbe essere assente domani.
 
È tempo di sorrisi negli occhi
umidi ancora dalle lacrime
che le lunghe assenze hanno accumulato
in giorni di silenzio e di solitudine.
 
È tempo, vi dico,
di aprire le porte alla primavera
e, commossi, reggere le braccia
vicino al cuore.
 
È ancora tempo, per fortuna,
di cieli, di soli e di certezze.
Di abbracci vivi anche nella distanza
che dicano che siamo indispensabili.
 
È ancora tempo, per fortuna.
Chi l'ha sofferto lo sa.

sábado, 22 de octubre de 2022

POSTLUDIO. Presentación en Madrid. Casa de Aragón, 19.10.2022





 Algunas fotos:








POSTLUDIO, recomendado por la Revista TURIA

 

TURIA recomienda hoy: “Postludio”, de Miguel Ángel Yusta (Lastura)
Autor de una amplia y estimable obra poética, siempre es grato acudir a sus libros porque son fruto del entusiasmo, el compromiso y de la pasión creativa. De ahí que en las páginas de su último poemario, ese consumado melómano que es también Miguel Ángel Yusta, nos transmita versos que nos hablan del amor, de la belleza y la melancolía que le genera el mundo en que vivimos. Un retrato de lo que nos pasa tan certero y clarividente como lo son estos versos de su poema final: 
 
 
“Eran los tiempos de palomas pardas 
 que agitaban sus alas en silencio 
 sobre los ideales de nuestra adolescencia.
 Palomas con estúpidas miradas 
 que giraban constantes en los cielos plomizos. 
 Se estrellaron algunas 
 - palomas alocadas y borrachas – 
 en busca de la luz retrocedida 
 en una noche larga de silencios oscuros. 
 Otras volaron raudas al olvido 
 y quedaron desnudas sobre la estepa helada 
 sin que nadie jamás recordara su nombre. 
 Una logró escapar de la bandada 
 iluminó caminos anhelados 
 desde la senda del conocimiento 
 y se perdió en el mar eternamente. 
 Cada día buscamos su regreso 
 para evitar la noche que se cierne implacable".  
 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
"La discreta, la lenta retirada, 
acercarse al silencio quedamente 
y desaparecer en la penumbra
lejano de oropeles, voces y ruidos.
Decir adiós, y basta”. 
 
No se lo pierdan.

 

viernes, 21 de octubre de 2022

De POSTLUDIO: Despedida en Sol. Trad. Marcela Filippi

 
 
DESPEDIDA EN SOL
de/di Miguel Ángel Yusta
(trad. Marcela Filippi)
Recuerdo con nostalgia aquella noche:
Puerta del Sol, las dos de la mañana.
Tu esperabas un taxi y la tristeza
asomaba filtrándose en tus ojos.
Nos esperaba el cielo y la distancia.
Un lazo nos ceñía 
con palabras de adiós y hasta muy pronto
y un abrazo sincero de amistad 
despedía las luces de la plaza.
Luego subiste al coche, silenciosa.
Yo me quedé muy quieto contemplando
cómo dos luces rojas alejaban las horas.
CONGEDO IN SOL
Ricordo con nostalgia quella notte:
Puerta del Sol, le due del mattino.
Tu aspettavi un taxi e la tristezza
spuntava e s'infiltrava nei tuoi occhi.
Ci attendeva il cielo e la distanza.
Un laccio ci stringeva
con parole di addio e di congedo
e un sincero abbraccio di amicizia
salutava le luci della piazza.
Poi sei salita in macchina, silenziosa.
Io rimasi immobile, contemplando
come due luci rosse allontanavano le ore.
(Del libro POSTLUDIO. Colección de Poesía N.º 202. Editorial Lastura, 2022)

miércoles, 19 de octubre de 2022

Presentación de POSTLUDIO. Joaquín Sánchez Vallés. Zaragoza 18.11.2022

 


 

POSTLUDIO

Miguel Ángel Yusta


Antes de nada, quiero pedir perdón porque tal vez esta presentación me salga algo deslavazada. Pero no he tenido demasiado tiempo para poderla preparar. Al presentador digamos “oficial” le ha surgido un compromiso ineludible –ineludible de verdad, no es culpa suya– y Miguel Ángel me pedido que yo lo sustituya. Como a un buen amigo nunca se le puede decir que no, aquí estoy para hacer lo que pueda. Confieso que he leído este libro como no debe leerse nunca ninguno, y menos si es de poesía: a matacaballo. Mi intención era venir a este acto como público, comprar el poemario y luego leerlo y degustarlo tranquilamente, despacio, dejando tiempo para asimilar los poemas. Y eso es lo que recomiendo que hagan ustedes. Yo, en fin, espero no desbarrar demasiado.

Afortunadamente, este Postludio tiene una ventaja, o por mejor decir, dos: En primer lugar es una poesía muy buena, y así, aun leído aprisa, se puede disfrutar de él. En segundo lugar, la poesía de Miguel Ángel Yusta tiene la virtud de ser muy clara, transparente, con imágenes muy precisas, metáforas de la naturaleza que emocionan directamente, lo cual lleva a que, a través de la emoción, se conecte fácilmente con el poeta. Y ya que hablo de virtudes, destacaré otra en la que Miguel Ángel es un maestro: el perfecto dominio de la métrica, en este caso del endecasílabo y sus versos asociados, lo que nos permite una comprensión musical de los poemas.

Pero centrémonos: el libro se titula Postludio. ¿Y qué es un postludio? El mismo autor se encarga de definirlo al final de la obra, aclarando lo que significa: “Pieza que se toca al terminar los oficios divinos, mientras los fieles salen del templo”. Entiendo que Miguel Ángel ha eliminado la connotación religiosa para darle un sentido humano. Postludio sería la celebración que se realiza después de haber asistido a un evento. Y en este Postludio, dividido en cuatro partes, los eventos serían varios.

La parte primera está a su vez dividida en dos. La primera de ellas (La fiera acosa) nos presenta poemas que surgen de la pandemia de Covid que sufrimos en 2020 (o desde 2020, que aún no se ha acabado del todo). El primer poema nos pone en situación:


“Creímos ser los dueños del abismo

y la distancia fue infinito anhelo.

Llegamos orgullosos como dioses erguidos

sin percibir el fango en que brotamos…”


Y al final acabamos como


“paradoja del hombre, convertido

en añicos su orgullo, desarmado,

ceniza entre los vientos de la nada.”


Poema que viene a ponernos muy en nuestro sitio: contra el mito del ser humano dominador de la naturaleza, la pandemia ha venido a demostrarnos que somos frágiles, fragilísimos, “ceniza entre los vientos de la nada”, como dice el poeta en ese magnífico epifonema.

La mayoría son poemas simbólicos, metafóricos, basados en imágenes que sugieren la angustia provocada por la situación: “los pájaros vigilan en la noche / insomnes sobre horas desmayadas”, “la ciudad se termina en los cristales / de una ventana donde el miedo habita”, alusión, imagino, a los días del confinamiento. El último poema de esta primera subparte, El pico de la curva (es la curva de muertos) resulta un poema mucho más largo, mucho más directo y enormemente conmovedor:


“Mueren en Nueva York a cientos cada día

los latinos pobres de Queens. Y los negros.

Son la fuerza de choque de la pandemia.”


Poema muy interesante de denuncia social que me recuerda ciertos versos de Poeta en Nueva York de Lorca:


“Debajo de las multiplicaciones

hay una gota de sangre de pato;

debajo de las divisiones

hay una gota de sangre de marinero;

debajo de las sumas, un río de sangre tierna.”


Sea como sea, se trata de la muerte. Durante la pandemia, los pobres, los marginados y las minorías étnicas sufrieron la masacre de contagios y muertes mucho más que las capas privilegiadas de la población: “La peste no distingue los colores / aunque a veces separe las carteras”. Y esto ocurrió en el país supuestamente más avanzado del mundo, buen ejemplo del egoísmo capitalista y neoliberal. Claro que también ocurrió en otros lugares. Como termina el poema:


“Mueren en Nueva York a cientos cada día.

Y mueren en Madrid a cientos cada día.”


Recordemos que precisamente ahora se está investigando la mortandad que hubo en las Residencias de la Comunidad de Madrid de ancianos que no fueron trasladados a hospitales, siguiendo las directrices de los políticos neoliberales que gobiernan allí.


La segunda subparte (La impotencia, el dolor. Y la guerra) comienza como una evaluación de lo sucedido:


“Tras el final combate

la soledad es un pájaro muerto

en mitad de la nada.”


El poeta contempla su sombra en el camino, y exclama: “¡Qué desierto de noche y de recuerdos!”

Ha sido la codicia del hombre que ha construido esta sociedad desigual y devoradora la culpable del desastre. Desastre en que no entra solo la pandemia, que no fue más que el resultado de algo mucho mayor, como es la destrucción del planeta. Así ha ocurrido por ejemplo en el mar de Aral, que se convierte en un poema en “metáfora del hombre que destruye”. El mar de Aral, en Asia central, fue antaño rico, “lleno de vida, barcos y alegría” y es “hoy símbolo de muerte y destrucción”.


“El hombre se ha vendido

solo por baratijas y espejismos

y navega cegado hacia la Estigia.”


La destrucción se manifiesta en la muerte, y la muerte viene de manos de la guerra:


“Fue una guerra. Y fueron muchas guerras

con paces muy precarias.

Millones de cadáveres sirvieron en las mesas

de los omnipotentes vencedores.

Se repite la historia a través de los tiempos:

los huérfanos hambrientos lloran desconsolados

y muertos y banderas son proclamados héroes.”


¿Qué voy a añadir? Nada más actual que la denuncia de la guerra en estos terribles momentos que estamos viviendo. Esperemos que la guerra de Ucrania termine pronto y para bien de los ucranianos y no se extienda al resto de Europa como algunas voces amenazan.


La parte segunda se titula El tránsito y consiste en una evocación del pasado de España, concretamente de la posguerra civil, durante la cual transcurrió la infancia del poeta:


“Ayer, tan solo ayer, pasaron estas cosas.

Quizá no os acordéis y os lo recuerdo.

Y, si no lo vivisteis, que ya es fácil,

para que lo sepáis os lo preciso.”


Y sigue una larga enumeración de hechos y situaciones que se dieron en nuestro país: del Auxilio Social a los realquilados, de las maletas de cartón a los cortes de luz, del brasero de herraj al estraperlo. Algo que los jóvenes solo habrán visto acaso por televisión en las películas de “Cine de barrio”. Y termina con un aviso para no echar en saco roto:


“Cuidad porque no vuelvan esos tiempos

y no os quejéis por no tomar cervezas

en el bar de la esquina

o no estar en la playa este verano.”


Atención al llamamiento: “que no vuelvan esos tiempos”. Y va dirigido especialmente a esos muchachos que protestaban contra el confinamiento, la obligatoriedad de las mascarillas y las limitaciones en la hostelería, seducidos por los cantos de sirena de ciertos políticos de la derecha y la ultraderecha que abogaban por la libertad de tomarse una cervecita, cuando sabemos que muchos de esos políticos aplaudirían la supresión de las verdaderas libertades de reunión, manifestación y expresión del pensamiento. Y la de tener un trabajo digno. Así que mucho ojito.

Los poemas de esta parte son recuerdos y evocaciones de la infancia, de otros tiempos pasados en la niñez y la juventud del poeta:


“Se afila la memoria:

niños que chapotean en la playa,

anegados de luz, risas y llantos.”


Recuerdos que son tanto agradables: “La infancia, el paraíso, / los ojos encendidos, las sonrisas…”, como desagradables: “La repentina huida de la noche, / la llegada a las costas desoladas / por tormentas de angustia permanente.” Aunque siempre hay lugar a la esperanza, una fuerza que “abre de par en par las puertas a la dicha.”


La parte tercera (La llegada) continúa con la evocación de recuerdos:


“Apacible me siento

en la esquina del tiempo y de las cosas

y miro el sol en el atardecer”.


Pero esta evocación se centra en el amor:


“Aparecen las voces y las risas

a la orilla del mar y, de repente,

tu figura de junco que pasea

de la mano del viento.”


Es un amor pasado, un recuerdo: el poeta se ha sentado “a la orilla del tiempo”, o sea, contempla un momento que ya fue, y mira “el sol en el atardecer”, el ocaso, el símbolo de la decadencia de la vida, la vejez, lo perdido. Así, la mayoría de los poemas están marcados por términos como nostalgia, añoranza, recuerdo y otros semejantes: “Las nostalgias se esconden en esquinas / donde se aleja el miedo y el silencio”, “Añoro el confortable refugio de unas sábanas / compartidas con tu cálida piel”, “Cuando funde la tarde los recuerdos, / escucho el libre vuelo de los pájaros”.

El poema Despedida en Sol es la despedida de los amantes en la puerta del Sol de Madrid. Ella coge un taxi y él se queda inmóvil mirando cómo marcha. Podría ser una mera anécdota, pero en este contexto representa un adiós definitivo. Aunque se han dicho “hasta muy pronto”, las luces traseras del vehículo, “dos luces rojas” que “alejaban las horas”, se convierten en un claro símbolo de lo que nunca ha de volver.

Sin embargo, a pesar del dolor, siempre queda la esperanza, pues “es tiempo todavía” (título de un poema), tiempo todavía de seguir viviendo, tiempo de amistad, de sonrisas, de disfrutar la primavera… Este poema acaba con una paráfrasis del soneto de Lope de Vega Definiendo el amor: “Quien lo sufrió lo sabe”. Lope había escrito: “Quien lo probó lo sabe”. Este cambio al verbo “sufrir” implica dos cosas: Primera.- El poeta considera el amor terminado. Y segunda.- Al usar una forma perfectiva, también considera acabado el sufrimiento, pues “es tiempo todavía” de vivir.


La parte cuarta (La paz) representa los recuerdos de toda una vida que, ahora, en el momento de hacer balance final, se aceptan y sirven de consuelo. Aquí predominan las imágenes de lluvia, nieve, luz apagada, el otoño, el ocaso…, símbolos de vejez, aunque no de desencanto.


“Caen la últimas hojas

y tras ellas los copos de la nieve.

Al final del camino, no tan lejos,

una luz de esperanza.”


“Es el sueño la paz que llega sin presura

porque ya caminó lo suficiente

los días y los años.”


El poema último supone la aceptación de haber vivido y una serena contemplación de la muerte:


“La discreta, la lenta retirada,

acercarse al silencio lentamente

y desaparecer en la penumbra

lejano de oropeles, voces, ruido.

Decir adiós, y basta.”


Un perfecto final para un libro estupendo. “Decir adiós, y basta”: no hay mejor manera de resumir un poemario que es el resumen de una vida. Pero, como todos somos subjetivos y tenemos nuestras preferencias, yo no me resisto a resumírmelo particularmente en un poema que me ha conmovido especialmente. Está en la parte segunda y tiene solo dos versos:


“Creí que el dolor eras tú.

Y es el mundo.”


Para mí, este poema encierra una interesante lección: si en la juventud actuamos y pensamos guiados por sentimientos personales, como el amor (ese “tú”), en la madurez tenemos que ampliar el horizonte: lo que duele es el mundo, la realidad exterior, el prójimo. Y hemos de ser conscientes y solidarios.

Ahora ya sabemos cuáles son los eventos que celebra este Postludio. En la primera parte, la superación de la pandemia de Covid; en la segunda, la salida de la infancia y la juventud; en la tercera, la pérdida del amor; y en la cuarta, el tramo último de nuestra existencia. Y, aunque tengamos una alusión final a la muerte, este poemario no es pesimista, sino todo lo contrario: evoluciona desde el dolor y la angustia (el Covid, las guerras…) hasta una visión apacible y serena de la vida y su propia disolución.

JSV


 

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